viernes, 18 de marzo de 2016

Azulejo trianero de Ana Ruiz Hernández (2)

(Continuación) Antonio Machado Álvarez, Demófilo, murió a los 47 años de edad, enfermo de esclerosis medular, bajo las atenciones médicas de su cuñado Rafael Ruiz, y en Triana.

La fachada de la casa número 31 de la calle Pureza o calle Larga donde murió, tiene puesto un azulejo conmemorativo que así lo recuerda. Suelo pasar por ahí, por lo que lo veo a menudo, dice así:

En recuerdo de ANTONIO MACHADO ÁLVAREZ ‘DEMÓFILO’ Padre del folklore andaluz.
En el primer centenario de su muerte, ocurrida en esta casa el 4 de febrero de 1893.
Triana y la Fundación Machado
4 de febrero de 1993

Muere joven pero le daría tiempo para engendrar seis hijos: Manuel, Antonio, José, Joaquín, Francisco y Cipriana.

Tras él mueren también su padre, el abuelo Antonio (1896); su hija, la pequeña Cipriana (1900); su madre, la abuela Cipriana (1904). Es entonces cuando Ana Ruiz se queda a vivir en casa de su hijo José.

Y de azulejo a azulejo. Volvemos al de la casa natal de Ana en el número 11 de la calle Orilla del Río, para fijarnos en un par de pinceladas que, al sevillano modo, antes pasamos por alto.

Acerca del texto del azulejo
La primera concierne a la fecha de nacimiento que en él aparece, el día 28 de febrero de 1854.

Eso es lo que pone en el azulejo, pero si nos atenemos a los datos existentes, en realidad Ana había nacido el 25, tal como consta en su partida de bautismo. El 28 fue cuando se bautizó, quizás de ahí el error. Dicho queda.

La segunda guarda relación con la frase, “Que su recuerdo perdure como el olor de la hierbabuena y la albahaca”. Que no es que esté mal, no me malentiendan, pero hubiera estado bien recordar el olor a marinería que, sin duda, se debía respirar en esa casa.

No sólo estaba en la misma orilla del río sino que el padre de Ana, Rafael, siguiendo la tradición marinera del barrio, era patrón de barco y tenía también un negocio propio. Además su hermano Manuel fue marino, piloto y capitán de marina mercante.

De hecho fue quien, en diciembre de 1892, se trajo a Antonio Machado Álvarez de vuelta España desde Puerto Rico, ya que por aquel entonces, como capitán de barco hacía el servicio de líneas a las Antillas.

A Demófilo no le iban bien los asuntos económicos, de modo que decidió marchar a Puerto Rico con un cargo de registrador de la propiedad. Y que lo mejor era que, al principio, lo hiciera solo.

Pero por motivos de salud pudo permanecer allí muy poco tiempo. Tuvo que retornar a España.

Ana que está en Madrid, informada de la vuelta, baja apresuradamente a recibirlo en Sevilla y ante el estado tan malo de Antonio, se alojan en la casa de los suyos, en Pureza, 35 (de entonces).

Y volviendo con lo del olor. El que debería perdurar, además del salado y marinero, es el del dulce de la pastelería que regentaba la familia, que es el negocio al que antes les hice una referencia.

Sí. A mi entender, mucho mejor marinero y pastelero. Máxime si se trata de la casa del arrabal trianero, tan cerca del Altozano, tan lejos de la sevillana casa de las Dueñas y tan distante de las tierras de Castilla.

Detalles curiosos
No sé si se lo he dicho en alguna de las otras entradas machadiana, pero por si no es así, ahí van un par de detalles que me han llamado la atención.

Uno. El azulejo de Ana Ruiz fue puesto a los ciento sesenta (160) años de su nacimiento, tal como reza al final del mismo: Triana, diciembre 2014.

Un periodo de tiempo para el reconocimiento que no está nada mal, dado cómo discurren estos asuntos munícipes. (Continuará)



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