martes, 24 de abril de 2018

Satélites galileanos. Ío

(Continuación) Resaltar aquí que una importante consecuencia derivada de estos tres puntos anteriores, es el hecho de que, al margen de estrellas y cometas, todos los cuerpos del Universo, excepto el propio Sol, eran semejantes entre sí.
4. Por último, el menor valor del diametro angular de las estrellas sorteaba los inconvenientes que el astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601) planteó al modelo del monje polaco Nicolás  Copérnico (1473-1543).
Lo sorteaba en el sentido de que si la esfera de las estrellas fijas se hacía lo suficientemente grande, como para que no fueran apreciables efectos de paralaje por el movimiento orbital terrestre, las estrellas deberían ser enormes. También llamado tamaño angular, es la dimensión aparente del diámetro ecuatorial de un cuerpo celeste, expresado como ángulo y suponiendo al observador en su vértice.

En definitiva, que lo de Galileo no fue un descubrimiento menor pues sus aportaciones a favor del heliocentrismo, fueron de naturaleza empírica y no elucubrativa, constituyendo un punto de inflexión en la larga disputa entre helio y geocentrismo. Y como es sabido, hay que ir adonde nos lleven las pruebas, por lo que la controversia científica estaba servida.
De los satélites de Júpiter
Entendido como satélites naturales, cualquier cuerpo celeste que orbite alrededor de un planeta, Júpiter es el quinto del sistema solar por orden de alejamiento, el más antiguo, más incluso que el propio Sol de quien va por detrás en lo que respecta a tamaño y, también, el que más satélites tiene.
Y es que desde finales del siglo XIX no se ha dejado de descubrir nuevas lunas jovianas, mucho más pequeñas que las mediceas y que han recibido los nombres de las amantes, conquistas e hijas del dios romano Júpiter o su predecesor griego, Zeus.
En total superan ya las cinco docenas y, de todos ellos, los más grandes son los cuatro mediceos (en honor al mecenas Cosme de Médicis) descubiertos por Galileo en 1610, a saber: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, de lo más distintos entre sí. Les ofrezco un extracto de ellos:
Ío o Júpiter I. Es el tercer satélite de Júpiter por tamaño (es ligeramente más pequeño que nuestra propia Luna), el quinto por distancia y, de los cuatro que nos traen hoy aquí, el más cercano al planeta Júpiter cuya fuerte atracción gravitatoria genera unas mareas tan marcadas, que provocan un vulcanismo muy activo. (Continuará)
 [*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.





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