jueves, 15 de febrero de 2018

Oxitocina, amor y ¿alcohol? (y 2)

(Continuación) El papel fisiológico de la hipófisis es el de segregar diferentes tipos de hormonas con distintas funciones. Y la dejamos aquí, como al hipotálamo, para volver con la hormona oxitocina.
Oxitocinas y efectos
De la que sabemos desde hace tiempo que juega un papel importante en el parto y la vinculación materna. Y más recientemente hemos sabido que, además de interactuar en distintas funciones del organismo, está también implicada en algunas de nuestras interacciones y comportamientos sociales, afectivos y sexuales.
Está probado que la oxitocina potencia conductas prosociales como el aumento de confianza, el altruismo, la generosidad, la relación con el entorno, la empatía, la disposición a confiar en los demás y, naturalmente, las reacciones de pareja.
Como espero haya experimentado, los niveles de esta hormona aumentan de forma paulatina durante el acto sexual y alcanzan sus máximos en el orgasmo, de ahí que no extrañe su apodo de  ‘hormona del amor'. No, aunque en puridad no sea así exactamente.
Al parecer todos estos efectos socio-cognitivos se producen mediante la supresión de la acción de los circuitos corticales límbico y prefrontal, eliminando los habituales frenos de inhibición social como son miedo, ansiedad y estrés.
Bien, hasta aquí nada nuevo me dirá y no andará falto de razón, porque lo realmente novedoso es que hace poco más de un par de años, y con muy poco tiempo de diferencia, se han realizado algunos estudios con resultados no solo sorprendentes sino contradictorios.
Uno de ellos proveniente de la pérfida Albión, según el cual el alcohol y la hormona del amor, entienda etanol y oxitocina, producen un efecto similar en el cerebro. Como lo lee. El otro, que nos llega nada menos que de las antípodas como quien dice, apunta en el sentido opuesto y según el mismo, la oxitocina tiene el efecto contrario al alcohol, de manera que lo contrarresta.
Sí, ha leído bien.
Según estas investigaciones, si se quiere emborrachar puede hacerlo tomando alcohol u oxitocina, a su gusto, y si se quiere quitar la borrachera, pues entonces, siga tomando más oxitocina. Vamos que para emborracharse lo mismo da beber que enamorarse, pero para quitarse la borrachera no hay que dejar de beber pues basta, también, con enamorarse.
No sé que pensar. Me parece comprensible y lógica la primera primera parte de la afirmación, pero contradictoria y excluyente la segunda. Si me enamoro, ¿me emborracho o se me quita la borrachera? “¿Pero qué historia es esto?”, la Montiel dixit. Mejor lo explico en otro momento. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.




1 comentario :

Celia Alba dijo...

Me gustaría que continuara. estoy intersada en todo lo relacionado con el amor desde cualquier punto de vista.