domingo, 21 de enero de 2018

Rudolph, el reno. Ciencia y hocico luminiscente (1)

(Continuación) ¿Es realista y científica esta hipótesis sobre el reno nono? ¿Puede existir uno con el hocico rojo y luminiscente?
Pues de entrada ya saben que, desde el punto de vista de la ciencia, imposible no es pero también saben que es poco, muy poco, probable. Tan poco como un reno volador, eso es lo que nos dice el estado actual de las ciencias. Que aunque se trata de algo posible, un reno con una nariz roja brillante es tan poco probable como uno que sea volador.
O quizás algo más de lo que podamos pensar, fíjense hasta donde me atrevo a llegar. Por lo que sé, la ciencia hoy día nos puede aportar una explicación para esta pequeña posibilidad lumínica. De hecho tengo dos hipótesis que ofrecerles, aunque una de ellas con bastante reserva.
Hipótesis científicas: Alucinógena y mutante
La primera, nada prometedora y de mi propia cosecha, guarda relación con la ingesta por parte de estos animales de la Amanita muscaria, una seta roja, venenosa y psicoactiva que ha venido a estos predios. Una alucinógena que el hombre desde tiempo inmemorial ha consumido para experimentar sensaciones de euforia, embriaguez y bienestar.
Ya les avisé que como argumento no era gran cosa, así que mejor la dejo aquí como posibilidad, aunque si lo desean pueden ampliar información en Más animales que se drogan: Renos y 'amanita'.
Por suerte la segunda de las hipótesis sí que tiene auténtico fundamento científico y guarda relación con una posible mutación genética. Parte del conocimiento que tenemos de que existen diferentes criaturas terráqueas con ese color rojo brillante, bien sea por el fenómeno de la bioluminiscencia o el de la fluorescencia (que no es que sean lo mismo, pero eso no hace al caso ya que lo que importa es que brillan).
Animales como medusas, luciérnagas, corales, anémonas de mar o peces cebras que, por diferentes motivos, generan su propia luz a base de producir y hacer reaccionar ciertos compuestos químicos.
Las luciérnagas, por ejemplo, emiten flash con el fin de atraer a sus parejas, mientras que algunos peces que viven en aguas oceánicas muy profundas, producen la bioluminiscencia con el fin de localizar las potenciales presas.
Bien, pero usted me dirá que entre estos animales no se encuentran los renos, lo que es cierto. Y no andaría falto de razón al exponérmelo, si no fuera porque hace sólo poco más de un mes, que un equipo de investigadores estadounidense ha publicado una sorprendente propuesta.
En su opinión una transferencia de ADN de algunos organismos bioluminiscentes o, en un principio, fluorescentes al genoma del famoso reno, podrían explicar su peculiar y luminoso hocico.

Un fenómeno el de la transferencia, me espetarán ahora, que es poco, muy poco, probable que suceda de forma natural, a lo que no tengo más que decir que sí de acuerdo. Es poco probable pero no imposible. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.