jueves, 8 de febrero de 2018

¿Cuántos metales existen en estado líquido? (y 3)

(Continuación) Resulta que cuando Lecoq determinó de forma empírica la densidad (d) del galio, le salió un valor muy por debajo del predicho por Mendeleyev quien, ni corto ni perezoso, le escribió instándole a que repitiera la prueba, pero utilizando una muerta más pura.
Y pásmese porque cuando lo hizo, el valor que le salió al francés se parecía muchísimo al que teóricamente había previsto el ruso. Ver para creer, el poder de la teoría en un papel escrita se imponía sobre la praxisllevada a cabo en un laboratorio. Por eso le decía que el hallazgo experimental de Lecoq con el galio, fue toda una vindicación de la ciencia teórica encerrada en la tabla periódica de Mendeleyev.
Por último, y no por ello menos importante, el bajo valor de la propiedad punto de fusión (PF), sorprendentemente, no fue anticipado por nadie. Un valor, recuerde, que le hace derretirse en la mano y ser el segundo metal líquido después del mercurio que viene a este negro sobre blanco bachiller.
PF y otras propiedades

Dado que funde a veintinueve coma setenta y ocho grados Celsius (29,78 ºC), si cuando tenga en sus manos un trozo de este metal éste se encuentra en estado sólido, el simple hecho de mantener el contacto, y no le digo si lo frota, hará que por calor pase a estado líquido, un cambio físico.
Una característica que propicia el hecho de que pueda ser utilizado para realizar trucos de magia o para gastar una broma en el laboratorio. Piense, por poner un ejemplo, que utilizara una cucharita de galio para remover el té caliente de una taza.
Ante los ojos de sus invitados aquella empezaría a desaparece nada más entrar en contacto con el humeante líquido de la taza.
Por otro lado el galio, que presenta un color grisáceo en estado líquido y plateado brillante en el sólido, no existe libre en la naturaleza por lo que ha de ser creado por el hombre de manera artificial. En la actualidad una parte de sus aplicaciones se centran en las tecnologías de semiconductores y como componente de algunas aleaciones con bajos puntos de fusión.
También forma parte de nuestro organismo aunque en cantidades muy pequeñas. En términos relativos su abundancia es del orden de diez elevado a menos seis por ciento (10-6 %), o lo que es lo mismo, en mi caso, con una masa de setenta kilogramos (70 kg), se pueden encontrar cero coma siete miligramos (0,7 mg) de galio en mi cuerpo.
Una cantidad de materia que dada su relativamente alta densidad, de 5,90 g/cm3, ocuparía el volumen de un cubo que mediera cero coma cuarenta y nueve milímetros de arista (0,49 mm), es decir que sería aproximadamente como la cuarta parte de un dado pequeño de parchís, de los que suelen medir un centímetro (1 cm) de arista.
Y ya para acabar sólo comentarle de dónde proviene su nombre, galio, una historia que tiene su aquél, no crean, y que merece ser contada. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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