jueves, 16 de febrero de 2017

N. Steno: Paleontología, Anatomía y Geología (y 2)

(Continuación) En el ‘De solido intra solidum naturaliter...’ el danés enuncia los principios que en su opinión, determinan la formación de los estratos de sedimentación y explican el proceso de petrificación de los fósiles.
De ahí que para muchos exégetas es con él con quien tiene lugar el nacimiento de la geología como ciencia. Y por supuesto en los “cuerpos sólidos dentro de los sólidos” no sólo incluía a los fósiles, como los llamaríamos hoy, sino también minerales, cristales, incrustaciones, venas e incluso estratos o capas de rocas enteras.
También esboza una explicación de cómo los dientes de tiburón habían podido quedar incrustados en la roca sólida y en cantidad tan grande que resultaba asombrosa.
Todo lo anteriormente dicho forma parte de una apasionante historia que para nosotros arranca en octubre de 1666. Una cifra algo más que “redonda”. Me explico.
Anni mirabili (1665-1666)
Antes cité a Robert Hooke, pero no les comenté nada sobre el momento histórico en el que se inician estos sucedidos alrededor de los glossopetrae. Fue nada menos que alrededor del maravilloso bienio del incomparable y genial Isaac Newton.
Su anni mirabili que como el propio autor describe en una carta, es su “época más fecunda de invención”, durante la que “pensó en las matemáticas y en la filosofía mucho más que en ningún otro tiempo desde entonces”. Y fue así, basta con ver los resultados.
Entre los logros de este bienio (1665-1666) se encuentran el método de fluxiones, la teoría de los colores y las primeras ideas sobre la atracción gravitatoria.
Que es lo mismo que decir que revoluciona la óptica, caracteriza a la gravitación “universal” e inventa el cálculo. Y todo en sólo dos años de preventiva reclusión ¿Alguien da más por menos?
Un bienio que arranca con la Gran Peste que obligó a cerrar la Universidad de Cambridge como medida de seguridad y a Newton a volver a su casa en el campo.
Una vuelta rural con la que, con toda seguridad, se inicia el período más productivo de su vida, desde el punto de vista científico. Y, probablemente, el de mayor provecho también para la humanidad.
En más de una ocasión les he referido esta decisiva terna en el desarrollo del ser humano. Isaac Newton, quizás sea el hombre más decisivo en nuestra historia. Albert Einstein, uno de los genios más importantes, y probablemente, Arquímedes. Ya ven.
Y hasta aquí la historia, sin entrar en muchos detalles, de los glossopetrae y la cabeza de un gran tiburón blanco.
Una historia que va más allá del simple descubrimiento de un diente de tiburón, al desempeñar un papel fundamental en el nacimiento de ciencias modernas como la anatomía, geología y paleontología. Lo que no está nada mal.
Sólo me queda despedirme con una cita reveladora de la idiosincracia del polímata danés, dice así: “Bello es lo que vemos. Más bello es lo que conocemos. Pero es mucho más bello lo que todavía ignoramos”.
La eterna curiosidad del hombre. Me gusta.



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