martes, 15 de marzo de 2016

Panspermia y meteoritos

(Continuación) Si bien es cierto que desconocemos los detalles primigenios del origen de la vida tal como la conocemos en la Tierra, esa ignorancia no es óbice para que podamos manejar dos posibles hipótesis sobre el mismo.

a) Una es la ya citada panspermia. Propone que la vida puede tener su origen en cualquier parte del universo, sugiriendo además que la materia orgánica de la que nace, pudo haber llegado a la Tierra desde el espacio exterior.

O lo que es lo mismo, el origen de la vida en la Tierra es extraterrestre. Los primeros seres vivos habrían llegado, posiblemente, en meteoritos o cometas a nuestro planeta.

Panspermia es un concepto que no se hace popular hasta 1908, cuando el químico sueco Svante August Arrhenius lo emplea para explicar que la vida se habría originado en el espacio exterior, desde donde llegaría al planeta Tierra en forma de bacteria.

Es por tanto de comienzos del siglo XX, lo que no significa que la idea panspérmica sea de esa época. No lo es, ni mucho menos.

En realidad ya en el siglo V a.C. el griego Anaxágoras se manifestaba en ese sentido. Un hombre interesante desde el punto de vista de la ciencia, el filósofo presocrático. Juzguen ustedes mismos.

Hace veintiséis (26) siglos ya era un gran impulsor de la investigación de la naturaleza, basándose en la experimentación, el conocimiento cierto y la técnica ¿Les suena?

De hecho se le atribuyen las primeras explicaciones racionales conocidas acerca de la respiración de los peces y la anatomía del cerebro humano.

Además, y en el terreno que nos movemos hoy, sugirió que el Sol era una masa de hierro candente y que la Luna era una roca que reflejaba la luz solar Sol y que se había formado a partir de la Tierra ¿Cómo lo ve?

Ya les dije que era todo un portento nuestro Anaxágoras.

b) Y si una de las hipótesis sobre el origen de la vida en la Tierra es la panspermia, la otra existente argumenta, por el contrario, que la vida en nuestro planeta tuvo un origen terráqueo.

No entraremos en ella.

Pero sí matizaremos que aunque existe una evidente diferencia de origen en su formación, ambas hipótesis vitales coinciden en algo: el mecanismo por el que dicha vida surgió. (Continuará)




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