domingo, 6 de marzo de 2016

¿Es lo mismo ingravidez, ausencia de gravedad y vacío?

Pues no. Se parecen, puede que guarden cierta relación entre ellos, pero ser no son lo mismo.

Les decía que aunque existe dependencia entre ellos, no debemos confundir como sinónimos a estos conceptos, así como tampoco debemos establecer a la ligera una correspondencia causa-efecto.

Y para establecer el nexo a la vez que diferenciarlos, empezaré por el final por el concepto de vacío.

¿Qué es el vacío?
En puridad y para este contexto, manejaremos la acepción de vacío como la ausencia total de materia.

Entendida ésta todo aquello que tiene volumen, es decir, ocupa un lugar en el espacio; posee cierta cantidad de energía; está sujeto a transformaciones (físicas o cambios y químicas o reacciones) en el tiempo y es factible de ser medido.

Materia es de lo que están hechos los objetos que percibimos o detectamos mediante medios físicos.

Pues bien, de entrada, vaya por delante que entendido así este vacío es una entelequia teórica, pues no existe tal ausencia total.

Bien sea en el interior de un recipiente o cavidad cerrada, donde la presión del aire u otros gases es menor que la atmosférica.

O en un determinado espacio o lugar, como por ejemplo el espacio exterior, esa región donde la densidad de partículas es muy, muy, baja y difícilmente perceptible por medios físicos o químicos.

Pero en la práctica, lo dicho. No existe el vacío absoluto sino más bien, grados de vacío. Algo parecido a lo de probabilidad y posibilidad.

¿Existe el espacio vacío?
Así que hablando del espacio exterior, interestelar e intergaláctico, no es correcta la expresión espacio vacío, por la sencilla razón de que es incierto que en él exista el vacío absoluto.

Porque si bien es cierto que en las astronómicas extensiones existentes entre estrellas y galaxias, su vacío es lo más parecido a la nada, no lo es menos que el universo está inundado de gases que llegan hasta el más recóndito de sus parajes.

Es decir que su vacuidad no es absoluta.

Y para comprender su grado, basta comparar la densidad de nuestra atmósfera con la del medio existente entre galaxias, por ejemplo.

El aire que respiramos en nuestro planeta contiene por cada centímetro cúbico (1 cm3) de espacio, más o menos lo que es un dado de parchís, la cantidad de 5·1019 átomos, esto es, cincuenta trillones (50 000 000 000 000 000 000). No, ni lo piense, es inimaginable

Mientras que en el espacio intergaláctico la cifra equivalente para ese mismo volumen es de 10-6 átomo, esto es cero coma cero cero cero cero cero uno (0,000001). O sea la millonésima parte de uno.

Para que se haga una idea esto significa que, mientras en nuestra atmósfera hay trillones de átomos en un volumen del tamaño de un dado de parchís, en el espacio exterior hay un solo átomo pero por cada metro cúbico (1 m3), o sea un caja en forma de cubo que mida un metro (1 m) de largo, por uno (1 m) de ancho, por uno (1 m) de alto.

Una cuestión de medida
Muy poca densidad de gas intergaláctico pero, ojo, que algo hay. 

Por lo que no se puede decir que exista el vacío absoluto espacial, aunque sí que nos aproximamos a él conforme nos alejamos de una galaxia, sin acercarnos a otra. (Continuará)



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