sábado, 13 de febrero de 2016

La televisión de Baird (1925)

(Continuación) De hecho no fue considerada una retransmisión televisada ya que la imagen era estática y no dinámica. Una controversia.

Pero la experiencia de los almacenes sólo era un paso, uno más de tantos. Lo incontrovertible era que el avance de la televisión era ya imparable.

Unos seis (6) meses después, el 2 de octubre de 1925, se trasmitía por primera vez la cabeza de madera pintada, de un muñeco de ventrílocuo conocido como Stooky Bill, uno de los que Baird solía utilizar en sus pruebas.

Fue un gran avance, porque las imágenes reproducían en una escala de grises, luces y sombras (medios tonos) del muñeco, haciendo mucho más clara su imagen.

Técnicamente se había realizado con un escaneo de treinta (30) líneas verticales, a razón de cinco cuadros por segundo (5 fps).

Entusiasmado con el resultado, parece ser que fue entonces cuando le pidió a William Edward Taynton, un empleado de veinte (20) años de la oficina, que se ofreciera de modelo y así comprobar cómo se vería una cara humana.

Él fue la primera persona cuya imagen se televisó. Le pagó dos chelines y seis peniques por soportar las luces, entonces, abrasadoras pero imprescindibles para conseguir una imagen eficaz.

Fue el primer sueldo de televisión, y desde entonces ya se han hecho programas.

“Un enajenado mental con navaja”
A fin de darle notoriedad a su invento, Baird corrió al periódico Daily Express para promocionarlo. Cuentan que iba tan excitado y nervioso que quien lo atendió se asustó al oírlo.

Parece ser que el editor de redacción dijo algo así como:

  “¡Por el amor de Dios, ir a recepción y desháganse de un loco que está ahí abajo. Dice que tiene una máquina para reproducir figuras humanas de forma inalámbrica. Id con cuidado, puede llevar una navaja y cortar a cualquiera!”.

Y la verdad que no era para menos. Pónganse en su lugar y momento.

Alguien que le viene al periódico para que informe al público de que puede transportar imágenes de un lugar a otro, mediante ondas invisibles capaces de atravesar paredes, montañas e incluso países enteros.

No es extrañar que la primera idea que se hicieron los periodistas de este pionero de la televisión, es que era “un enajenado mental con una navaja”.

Pero no. Por supuesto que ni llevaba navaja, al menos no consta, ni estaba loco. Que sabía muy bien lo que quería. De hecho, ya en junio había registrado la empresa Television Ltd. para producir y comercializar sus inventos, que se significaron con la cruz de Malta.

Y con la llegada de 1926, venían nuevos logros.



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