jueves, 31 de diciembre de 2015

'Monopoly', patente de 1935

Sí. Es el archiconocido y comercial juego de mesa de bienes raíces, cuyo objetivo es hacer un monopolio del mercado, al poseer todas las propiedades inmuebles que aparecen en el juego. Seguro que tienen la caja guardada por ahí.

Se trata de todo un clásico pues, no en vano, es uno de los juegos más vendidos del mundo y el que más se utiliza, según el Libro Guinness de los récords.

Pero a lo que estamos.

Exactamente tal día como hoy 31 de diciembre, fin de año, sólo que de 1935, ochenta (80) años ya, un vendedor de calefactores domésticos entonces desempleado, el estadounidense Charles Darrow (1889-1967), patentaba la versión de Atlantic City de ese juego, y lo hacía con el nombre de Monopoly.

En realidad el juego ni se llamaba así, ni lo inventó él.

Juego e inventora
Originariamente su nombre era The Landlord's Game y lo creó la estadounidense Lizzie Magie (1866-1948) en 1903, quien lo patentó además al año siguiente, en 1904. Pero no parece que ejerciera mucho control sobre los derechos de autoría.

En los años siguientes el juego se hizo muy popular en varias ciudades de los Estados Unidos. Tanto que se llegaron a editar en varias formas y versiones, añadiendo cada localidad los nombres de lugares cercanos.

Y todo ello sin la aprobación de su autora.

Así es como durante la Gran Depresión de los años treinta, una de estas versiones llegó a nuestro hombre quien la patentó con el nombre que ya sabe.

Y lo primero que hizo fue intentar venderle la patente a la empresa juguetera Parker Brothers que, en un principio, la rechazó. De ahí que Darrow se lanzara a una producción a pequeña escala del juego, que resultó todo un éxito.

Entonces fue cuando la Parker se interesó por el juego, y hasta hoy día.

Monopoly y Economía
O lo que es lo mismo: juego y ciencia. Un juguete científico.

Al culto y lúdico opinar de algunos conocedores de estos temas, de este juego se pueden extraer lecciones de economía, así como diferentes conceptos ligados a esta disciplina.

Sin ánimo de ser exhaustivo, ni intención de agotar el tema, entre ellos que recuerde, están:

1) La misma noción de contabilidad, que nos exige el manejo del dinero, los solares, las casas, los hoteles, etcétera.

2) El coste de oportunidad, al tener unos recursos limitados, lo que no exigirá pensar muy bien qué calles comprar, en cuáles edificar, etcétera.

3) Cashflow e inmovilizado. No porque tengamos mucho dinero seremos los ganadores, no se trata sólo de eso. Una mala tirada y podemos quedarnos sin nada.

Pero tampoco conviene quedarse sin él, para así poder hacer frente a esos pagos sin tener que hipotecar propiedades. Un inmovilizado significa que muchas veces no podemos comprar un solar o realizar una inversión.

4) La negociación financiera es otro de los aspectos económicos que podemos llevar a cabo en el juego.

5) También aprendemos el concepto de libre mercado, al no existir intervención estatal en el mercado inmobiliario. Podemos comprar, vender, edificar, etcétera sin estar limitados por ciertas intervenciones.

6) Y por supuesto están los impuestos municipales. En carne propia se aprende pronto que el teórico rendimiento de nuestra propiedad se ve mermado por la práctica de estas tasas que estamos obligados a pagar.

El Palé
No. No se preocupe que no voy a entrar. Sé que el año se nos va en horas. Lo que voy a hacer es asomar al umbral de mi infancia y juventud. 

Para muchos españoles como yo este juego se empezó llamando El Palé y se jugaba igual que ahora.

La diferencia estaba en que las calles, estaciones y compañías del tablero eran sobre todo de la capital, de Madrid.

A modo de “nota cultureta” añadir que, por lo que he hojeado, alrededor de los años treinta lo patentó el malagueño Francisco Leyva Vances, quien por lo visto se basó en las primeras letras de su propio nombre y apellido para conformar el del juego.


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