jueves, 17 de diciembre de 2015

Fertilidad masculina: Movilidad de los espermatozoides

(Continuación) Una tendencia a la baja, la de los espermatozoides, que nos hace pensar que en este tema al menos “pintan bastos”. No en vano cotizamos a la baja.

Lo que no es bueno. No. No puede serlo.

Lo digo porque, si bien desde que estamos al tanto de cómo se hacen los bebés -no siempre el hombre tuvo consciencia de la relación causa-efecto entre coito y fecundación-, desde que estamos al tanto de esto les decía, sabemos que se necesita de un solo óvulo y un solo espermatozoide para conseguir el embarazo.

Tampoco desde entonces ignoramos que en el caso de la mujer, basta con que se libere un solo óvulo por ciclo, salvo escasas ocasiones, mientras que en el de los hombres no es así, ni muchísimo menos.

Nosotros debemos liberar una cien millonaria cantidad de espermatozoides por eyaculación, para que uno sólo logre su objetivo.

Y si como los estudios demuestran, la tendencia va a la baja, ¿cuál será el número límite? Porque me pregunto, ¿importa el número? Es más, ¿son todos los espermatozoides iguales?

Pues no se sabe. Sí, importa. Y no, no son todos iguales.

Esas son las respuestas, cuya completa comprensión exige abordar la tercera magnitud científica que asociamos a la fertilidad masculina: la movilidad de los espermatozoides.

Distancia recorrida
Si bien el hecho de que liberemos millones de espermatozoides es un factor que juega a su favor, el caso es que, en su conjunto, no lo tienen nada fácil pues sólo uno alcanza su objetivo; que no es otro que el de fecundar el óvulo.

Un trabajo nada fácil.

No sólo tienen que realizar un largo recorrido, sino que han de hacerlo lo más rápido posible.

Sólo el que llegue antes al óvulo lo penetrará y así, el contenido de su cabeza pasará a ser el cincuenta por ciento (50 %) del ácido desoxirribonucleico (ADN), el tipo de molécula más compleja que se conoce, del futuro bebé.

Un largo recorrido para ellos, aunque estemos hablando de una distancia comprendida entre diecisiete y veinticinco centímetros (17-25 cm). Que la verdad no es que sea mucho.

Para que se haga una idea es lo que viene a ser un palmo o cuarta, medida de longitud equivalente a la distancia que hay desde el extremo del pulgar de una mano abierta y extendida hasta la yema del dedo meñique.

Bueno pues eso es lo que recorren, pero es que han de tener presente que un espermatozoide mide de promedio cero coma cero nueve milímetros (0,09 mm). Es decir que recorre una distancia del orden de unas dos mil (2 000) veces su tamaño.

Rapidez de crucero
Lo que estarán conmigo es un largo recorrido que, además, realizan a considerable velocidad.

Se estima que ésta puede ser del orden de tres milímetros por minuto (3 mm/ min). Ya, ya lo sé. Eso son cero coma cero cinco milímetros al segundo (0,05 mm/s), y ese es un valor muy bajo. Conforme.

Pero es que ellos son muy pequeños y el recorrido es muy largo. Todo es relativo en esta vida (¿Einstein, dixit?).

Hasta una carrera de espermatozoides. Una que sólo ganará uno.

El resto, los otros doscientos cuarenta y nueve millones (249 000 000) se perderán para siempre en la noche de los tiempos, y nadie sabrá de ellos nunca nada. Es lo que tiene la historia. Que la escriben siempre, y sólo, los vencedores.

Trato de decirles que la movilidad es una característica fundamental en la funcionalidad de los espermatozoides. (Continuará)




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