miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Sonó Blur en Marte?

(Continuación) Por otra parte es sabido que en astronáutica, el hecho de colocar una nave en otro planeta, obliga a una serie de innovaciones tecnológicas que, unas antes y otras después, terminan por formar parte de nuestra vida cotidiana de la gente.

Y así en el caso de Beagle 2, su sistema de detección de gases es utilizado en la actualidad en el diagnóstico de la tuberculosis. O sea que teniendo en cuenta todo lo dicho fue un fracaso, pero menos.

Acerca de C. Pillinger
No un fracaso técnico, pero si una desgraciada fatalidad humana, fue el hecho de que el líder del proyecto espacial, el científico espacial inglés Colin Pillinger (1943-2014), no pudiera llegar a saber que al fin, “su Beagle”, había sido encontrada, al fallecer tan solo unos meses antes, en mayo de 2014.

De haberlo sabido quizás hubiera cambiado una de sus últimas frases al respecto, antes de fallecer a los setenta (70) años. Vino a decir: “Esto fue un fracaso, pero un fracaso heroico”.

Ya se lo he comentado pero lo itero, Lo de “su Beagle” viene a colación porque esta sonda lleva ese nombre en honor al barco HMS Beagle, con el que el padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin, hizo sus investigaciones. Perdonen que me repita.

Por cierto, esto creo que no se lo he comentado, Pillinger jugó un papel fundamental en la exitosa Misión Rosetta encargada de ir al “encuentro” con el cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko, en ese mismo 2014.

Él fue pieza fundamental tanto en el despliegue del módulo de aterrizaje Philae, como en la realización de experimentos científicos in situ, y en la decisión de que el dispositivo de Ptolomeo fuera aceptado como parte de la carga científica.

Pueden encontrar bastante información al respecto “enrocada”.

¿Fin del misterio?
Como saben la sonda, la Beagle 2, tenía que desplegarse por completo después de posarse sobre la superficie marciana, para empezar a mandar información a la Tierra. Sin embargo el despliegue fue sólo parcial, un mal asunto.

De modo que podemos olvidarnos es de utilizar o, ni siquiera, recuperar datos de la sonda. Su truncada maniobra lo hace muy, muy, improbable. Improbable porque ya saben que no me gusta emplear el término imposible.

No. Nunca me ha gustado. Más que nada por aquello de, nunca diga nunca jamás.

No parece probable que podamos llegar a saber qué registró su instrumental científico: cámara STEREO, espectrómetro Moosbauer, taladro mecánico, un microscopio, un espectrómetro de masas, y un sensor de UV, temperatura, viento, presión y polvo.

Material que estaba colocado, los ópticos, en un brazo robótico y, los ambientales, en distintas partes del aterrizador.

Lo que no parece que tampoco esté a nuestro alcance, es saber si se escuchó o no la melodía Beagle 2, del conjunto musical Blur, en la atmósfera del planeta Marte. Una novedosa innovación de esta misión debida a Pillinger, que nos indicaría aquí que la sonda estaba operativa allí.

De hecho su localización ha sido tan difícil porque no nos llegó dicha señal, y eso que se posó en la zona prevista. Pero sus paneles apenas desplegados de dos metros (2 m), la hicieron “invisible” hasta ahora.

¿Se escuchó Beagle 2?
Pero a mi entender hay otro dilema. Nosotros no la oímos, mas, ¿se pudieron escuchar esas nueve (9) notas en Marte?

Es probable que sí aunque pero también es probable que no, me dirán ustedes. Y claro con respuestas así siempre se acierta. Sin embargo, yo voy por otro lado. Verán.

Si allí no hay vida, la duda de la supuesta audición baja un peldaño cognitivo. Les digo esto porque me estoy preguntando: “¿Hace ruido el árbol que cae, cuando no hay nadie para escucharlo?”.

¿Estamos ante el fin del misterio?






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