lunes, 29 de junio de 2015

¡Se escribe grafiti!

Y un servidor de ustedes ignorante del todo, hasta que un seguidor del blog, de forma muy sutil y amable, me ha puesto sobre la pista de mi imperdonable error ortográfico.

Un error mantenido a lo largo de casi tres (3) años, que se dice pronto, y enrocado en una categoría que contiene casi un centón (90) de entradas, que no se puede decir que sean pocas. Pues nada, sin enterarme.

Y está más que claro. No se escribe graffiti, con dos “efes”, yo era de esos; ni grafitti, con dos “tes”; ni grafito, aunque sobre este punto hay discrepancias. No. Se escribe grafiti, con una sola “f” y una sola “t”, siendo su plural grafitis.

En busca de los orígenes
La palabra, se escriba como se escriba, deriva del italiano graffito y de su plural graffiti, esto es irrefutable. De modo que desde el punto de vista etimológico, la forma más correcta de escribirlo es grafito, siendo su acepción la de “inscripción o dibujo hecho en una pared”.

Así nos lo hace saber el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), si bien la forma más popular y aceptada, probablemente por la extensión de su uso, sea la de grafiti, que derivaría del número plural de la palabra en italiano, graffiti.

Un curioso cambio entre números gramaticales a la hora de traducir el término, que no es ni mucho menos único. También ocurre por ejemplo con espagueti, con una sola “t”, y del italiano spaghetto, en plural spaghetti. Ya saben.

Desde el punto de vista físico-químico ya les he hablado algo acerca de la palabra grafito, entendido como un mineral de carbono, C, casi puro, textura compacta, color negro, brillo metálico, graso al tacto y buen conductor de la electricidad.

Y de su uso seguro que saben lo de hacer lápices, crisoles refractarios, ánodos electrolíticos, productos lubricantes, etcétera. Por lo que no insisto.

Y por último, desde un contexto más social, ya saben que el grafiti es una realidad que está inmersa en todas nuestras ciudades, si bien no todos los ciudadanos tienen asumida de igual forma su presencia en nuestras paredes, monumentos, vagones de metro y ferrocarril, etcétera.

Una actividad por otro lado que algunos consideran un arte (¿quizás el décimo?) y que incluso un escritor del calado de Arturo Pérez-Reverte, utiliza para desarrollar su última novela, El francotirador paciente. En fin, ya ven que el tema da de sí.

Mas, si no les importa, quien escribe lo va a dejar aquí. Una vez sabido lo que sé, me queda una larga tarea. Debo corregir mis numerosos e inaceptables graffitis, y convertirlos en grafiti.

Pero en otra ocasión les quiero hablar de un grafiti realmente magnífico.

Lo es porque aparece en una película extraordinaria. Está escrito en latín. Tiene una carga docente única. Y destila una ironía humorística sin igual. Ya ven que es inevitable su pronto enroque.

Mientras llega, les doy una pista cinematográfica de por dónde pienso encaminar mis próximos pasos grafiteros, el título del film es La vida de Brian.

Y el grafiti dice Romani, ite domum. Qué me dicen, ¡Ay de mi latín!




1 comentario :

Anónimo dijo...

Gracias