viernes, 13 de febrero de 2015

A. Turing y W. Churchill


(Continuación) No. No se puede decir que anduviera con tapujos el matemático. Pero fue una buena decisión por su parte.

Hizo bien porque la misiva actuó como agua de mayo. Pocos días después Alan Turing y su equipo de criptógrafos recibían, no sólo los suministros materiales que necesitaban sino, también, el expreso apoyo del "premier" británico.

Y a tenor de los resultados que se obtuvieron, también fue sin duda una buena decisión la del premier, al intervenir en este asunto.

Aunque no parece que fuera tan acertada esa otra intervención, ya durante su segundo mandato (1951-1955), cuando el político tuvo que hacer frente al juicio por homosexualidad y el posterior suicidio de Turing, en 1954.

Un desgraciado sucedido que, en honor a la verdad, ni enturbia su magnífica y dilatada actuación pública, ni oculta la especial debilidad que siempre mostró por la ciencia y los científicos.

Algo que no deja de sorprender conociendo sus antecedentes familiares.

Guerra y muerte
Porque no olvidemos que Churchill logró su renombre mundial cuando, con sesenta y cinco (65) años, una edad más propia de la jubilación que de otra cosa, se echó al Reino Unido a sus espaldas y le dio el ánimo necesario para derrotar a los nazis.

Mejor que estas palabras mías, refleja su extraordinaria personalidad otra de sus rotundas frases: “Si Hitler invadiese el infierno, yo iría a la Cámara de los Comunes a hablar a favor del diablo”.

Lo que aquí se dice genio y figura hasta la sepultura.

Del genio no vamos a ir más allá de lo escrito. Bueno, si acaso diremos un par de cosas más del hombre. Está visto, nunca digas nunca.

Por ejemplo de su figura, de la que todos tenemos una impronta visual.

Sir Winston Leonard Spencer Churchill fue un hombre bajito, medía uno coma sesenta y siete metros (1,67 m) de estatura, y con cierto aire de bulldog. Aunque dicen que su mujer en la intimidad lo llamaba pig, cerdo. Un apelativo al que él correspondía llamándola gata.

En fin. Mejor no entrar en estas cuestiones que pertenecen a la más estricta privacidad familiar.

Y de la sepultura decirles que se halla en el cementerio de Blandon, a muy pocos kilómetros de su natal palacio de Blenheim. Winston murió el 24 de enero de 1965, así que hace poco menos de tres semanas que se ha cumplido el cincuenta (50) aniversario de su muerte.

Razón por la que el Museo de Ciencia de Londres, desde hace unos días, recuerda su figura en una exposición denominada Churchill’s Scientists (Los científicos de Churchill)



1 comentario :

Anónimo dijo...

¿Es cierto que dijo lo de sangre, sudor y lágrimas?