miércoles, 1 de octubre de 2014

Tener una red wifi cercana no es perjudicial (y 3)


(Continuación) Igualmente, se entiende por radiaciones no ionizantes aquellas que, por su bajo valor energético, sólo calientan de forma discreta a los objetos, pero no son capaces de ionizar a sus átomos; de forma que no les arrancan electrones sino, como mucho, los excita, excitación electrónica.

La radiación no ionizante, simplemente, se limita a pasar a través de los objetos, transmitiéndoles parte de su energía (calor), pero sin alterar su composición bioquímica. Como mucho provocan un aumento de temperatura, casi imposible de medir dado su bajo valor.

Luego la radiación no ionizante no es peligrosa y la presentan las zonas bajas del espectro: visible, infrarrojo (IR), microondas y radioondas.

En puridad, desde el punto de vista científico, lo que define si una radiación es ionizante o no, son los valores de dos magnitudes físicas: frecuencia (f) y potencia (P).

Ellas o una combinación de ambas, son las que marcan el nivel de daño que una radiación puede producir en un ser vivo.

Datos de peligrosidad wifi de algunas magnitudes: frecuencia
Si hablamos de la frecuencia (f) -entendida como magnitud física que nos mide el “número de pulsos producidos en la unidad de tiempo de cualquier fenómeno o suceso periódico”, cuya unidad en el Sistema Internacional de Unidades (SI) es el hercio (Hz) y que nos sirve para diferenciar unos de otros-, desde ya les digo que su valor ha de ser muy, muy, alto.

El valor de frecuencia necesario para considerar ionizante a una radiación es de, al menos, un millón de gigahercios (1 000 000 GHz), bastante superior a la que usa la wifi que está entre dos coma cuatro y cinco gigahercios (2,4-5 GHz). Ya me dirán dónde ven algunos, el peligro ionizante wifero.

Un peligro que sí tiene la radiación ultravioleta (UV) que recibimos del Sol, al ser su valor de frecuencia del orden de los setecientos cincuenta mil gigahercios (~750 000 GHz), cercanos al límite ionizante.

Lo que tampoco hace que corramos a escondernos en casa por el resto de nuestras vidas. No, no lo hacemos. Aunque eso sí, tomamos precauciones. Pero es que sabemos de forma cierta, nos lo dice la ciencia y los pruebas empíricas, que pueden producirnos daños.

Datos de peligrosidad wifi de algunas magnitudes: energía y potencia
Si ahora la magnitud física es la energía (E) emitida -cuya unidad en el SI es el julio (J), aunque se acepta el electronvoltio (eV) equivalente a 1,602 176 462 · 10-19 J-, sepan que la luz de una bombilla en casa transmite mucha más energía que una red wifi.

Y no tengo que recordarles que nos pasamos toda nuestra vida rodeados de bombillas y sin enfermar a causa de ellas. Es por lo que, llámenme insensato, pero, en principio, me atrevo a sugerirles que podemos hacerlo también, rodeados de redes wifi.

Yo lo hago, y nací a mediados del siglo pasado por lo que ya ha llovido desde entonces.

En el caso de la magnitud relativa conocida como potencia (P) -energía emitida por unidad de tiempo y que en el SI se mide en vatio (W)-, la de las redes wifi es inferior a cero coma un vatio (0,1 W), aunque por lo general ronda los doscientos milivatios (200 mW).

Un valor potencial que disminuye, por el fenómeno de dispersión, del orden de un diez por ciento (10 %) por cada metro (1 m) de alejamiento de la fuente emisora. Un hecho que, en la práctica, lo convierte en un valor ínfimo.

Que no sólo está muy por debajo de los límites marcados desde la Unión Europea, sino que es, entre cien y sesenta (100-60) veces, menor que la de una bombilla normal.

Addenda
No quiero dar por finalizado este prontuario de no peligrosidad wifera sin, al menos comentarle que no es lo mismo potencia que intensidad de radiación. Y que lo cierto es que el carácter ionizante depende de ésta última y no de la potencia. Es un fleco que dejo suelto.

Pero al que convencido estoy, algún buen sastre lector le hace un, no menos bueno, pespunte radiante y desmonta de paso ese concepto pseudocientífico de “contaminación o exceso de redes wifi”.

Yo por mi parte voy rematando la faena, no sin antes poner negro sobre blanco una más que razonable cuestión.

Si no es perjudicial tener wifi en casa -y la lógica, la ciencia y los datos experimentales, así nos lo hacen saber-, ¿por qué existe ese temor? ¿Quién propicia esa leyenda urbana? ¿Cuál es la verdad de la mentira?



2 comentarios :

Una seguidora dijo...

¿Por qué existe entonces ese temor a la wifi?

Me gusta la ironía con la que escribe.

Leandro S. dijo...

Le agradecería que expusiera las ventajas y desventajas que en su opinión tiene el wifi.
Gracias