miércoles, 11 de junio de 2014

Walk Again Proyect


(Continuación) Este asombroso “hombre de hierro” está considerado por la revista Nature, como uno de los diez (10) inventos más importantes de 2014. No hay otro igual.

Es un ejemplar único en su especie y la esperanza locomotriz para más de veinticinco millones (25 000 000) de personas, que están atadas a unas sillas de ruedas.

Pocos dudan ya, de que la evolución de este exoesqueleto las terminará convirtiendo, mejor antes que después, en piezas de museo.

‘Proyecto Andar de Nuevo’
Es el nombre del hasta ahora mayor proyecto de ayuda a parapléjicos, jamás concebido por el hombre. Y lo que llaman esqueleto inteligente, es la materialización de su mayor logro.

La culminación de más de diez (10) años de trabajo, treinta y tres millones de dólares (33 000 000 $) invertidos y ciento veinte y seis (126) investigadores de veinte (20) países, elucubrando cómo hacer para que los paralíticos no solo vuelvan a caminar, sino que puedan darle con los pies a un balón.

Vamos que va a realizar el saque inaugural de un Mundial de futbol. Es lo que se dice un sueño.

Pero un sueño que empezó a tener visos de realidad cuando, en 2003, unos experimentos realizados en un laboratorio de neurociencias de Brasil, demostraron que un primate podía controlar los movimientos de un avatar o representación gráfica de sí mismo.

Y hacerlo, por supuesto, sólo con la emisión de sus propias ondas cerebrales. Bingo. Ese era el principio del camino a seguir.

Se centraron en descubrir la forma de utilizar esas señales, para controlar extremidades robóticas. Sería un exoesqueleto el que haría el trabajo que los músculos de las piernas ya no podían. Y los movería un hombre solo y sólo con el pensamiento.

Del cerebro humano a las piernas y brazos de la máquina.

Miguel Nicolelis (1961)
Y me queda por hablarles del diseñador del invento, del padre de la criatura.

Aunque en el desarrollo del artilugio participan más de un centón de científicos de EEUU, Europa y América latina, la idea primigenia se debe a un solo hombre. Uno que es, además, el líder del proyecto.

Un científico del que aún no hemos dicho nada, por lo que habrá que poner remedio.

El padre del invento es el neurocientífico, profesor, escritor y filósofo brasileño Miguel Nicolelis (1961), que hizo caso omiso a todos aquellos que le decían que lo dejara. Que lo suyo se trataba de una misión imposible.

Ya. Pero es que él no pensaba igual. Y como no sabía que era imposible de hacer, fue y lo hizo. Resulta que se podía, aunque no faltaban motivos para temerse lo peor. Abro paréntesis.

Resulta que, hasta hace bien poco, les hablo de apenas un par de meses, un temor sobrevolaba al equipo de científicos, tenía que ver con los teléfonos móviles.

Los móviles de los espectadores del campo
Poco que decir al respecto. Cualquiera se puede hacer una idea. Tal cantidad de aparatos emitiendo radiaciones electromagnéticas, podrían interferir en las delicadas y sensibles conexiones nerviosas-eléctricas del exoesqueleto y hacer que se descontrolaran.






1 comentario :

un aficionado. dijo...

?Podría escribir sobre las características físicas del brazuka