sábado, 14 de diciembre de 2013

Taza de Fourier (y 2)

(Continuación) Otros campos o áreas de aplicación de estas series los constituyen: análisis vibratorio, acústica, óptica, procesamiento de imágenes y señales, compresión de datos, etcétera.

Como es lógico, el estado actual de desarrollo teórico y práctico de estas series, dista mucho del que dejó Fourier. Sin los progresos posteriores en las nociones de función matemática e integración, poco más se podía hacer.

Tuvieron que venir matemáticos del calibre de Peter Gustav Lejeune Dirichlet y Bernhard Riemann para poder expresar los resultados de Fourier con mayor precisión y formalidad.


A modo de reconocimiento ha quedado con su nombre, la archifamosa transformada y un cuerpo celeste, en concreto un asteroide.

Asteroide Fourier
Registrado oficialmente como asteroide 10101, forma parte del cinturón principal de asteroides y se encuentra a una distancia de 2,0265311 UA.

Con una excentricidad de 0,0992907 y una inclinación de 3,91624º, se desplaza a una velocidad orbital media (v) de 19,85676153 km/s, teniendo un periodo orbital (T) de 1 232,67 días o lo que es igual 3,38 años.

Y fue descubierto no hace mucho. Tan sólo unos veintidós años, en concreto el 30 de enero de 1992 por el astrónomo belga Eric Elst.

Un prolífico observador de los cielos ya que, hasta octubre de 2009, lo siento pero no dispongo de datos más actualizados, había descubierto nada menos que tres mil seiscientos cuarenta y tres (3643) asteroides y, codescubiertos, noventa y seis (96).

Unos números que sorprenden. Vamos, que del tal Elst bien podemos decir que, donde pone el ojo pone el telescopio. No es de extrañar por tanto que también el hombre tenga un asteroide con su nombre, el 3936.

Y que no se me olvide. A él debemos la primera explicación científica conocida sobre el efecto invernadero.

Efecto invernadero
Un fenómeno físico presente en todos los planetas sólidos dotados de atmósfera, como el nuestro. Y por el que ciertos gases componentes de esta atmósfera, retienen parte de la energía que la superficie planetaria emite tras haber sido calentada por la radiación procedente del Sol.

Un proceso que impide que la energía que reciben los planetas de forma constante, vuelva inmediatamente al espacio, produciendo a escala planetaria un efecto similar al observado en un invernadero. De ahí el nombre.

En nuestro sistema, junto a la Tierra, presentan efecto invernadero Venus y Marte.

Como seguro estará al tanto, el efecto invernadero en nuestro planeta se ha acentuado por la emisión de gases, como dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), producidos por la industrial actividad humana.

En la imagen el balance anual de energía, desarrollado por Trenberth, Fasullo y Kiehl de la NCAR en 2008. Corresponde a datos obtenidos en el periodo de marzo de 2000 a mayo de 2004.

Desde entonces casi diez años.

Bueno, pues esto es lo que he podido sacar de esta taza de Fourier. Una fruslería científica.




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