miércoles, 9 de octubre de 2013

Laura Bassi (y III)


(Continuación) Su pequeña y familiar intrahistoria les decía. Verán por qué.

Ocurre que Veratti, esposo de Bassi, era el asistente del profesor Balbi, por lo que se esperaba que fuera él quien le sucediera en la plaza. Una costumbre universitaria y la opción más obvia.

Sí, si no fuera porque nuestra protagonista tenía a otro candidato: Laura Bassi. De modo que, sin pensárselo dos veces, la solicitó.

Y por sorprendente que parezca su solicitud fue, no sólo considerada, sino la elegida. Todo hace pensar que sus profundos conocimientos en matemáticas, inclinaron la balanza de su lado. Una elección lógica pero muy sorprendente, por inusitada.

Claro que tan sorprendente o más que la elección de ella fue que su esposo aceptara ser su asistente. Ésa sí que fue inaudita en aquellos tiempos. Casi impensable hoy día, en los albores del siglo XXI, así que piense lo que tuvo que ser a finales del siglo XVIII.

Ya les hablé de este gran hombre. A veces sucede que detrás de una gran mujer, hay un gran hombre.

La relación de la familia con la cátedra continuó tras la muerte de Laura en 1778, ya que su marido fue nombrado para el puesto, llegó su hora. Y a él le sucedió su hijo Paolo que la mantuvo en el seno familiar hasta 1796.

Así que fueron veinte años los que la Cátedra estuvo vinculada a la familia Veratti-Bassi.Un hecho poco frecuente.

Reconocimientos
Ya están al tanto de que la jerarquía académica boloñesa de 1776 no pensaba igual que sus compañeros de 1738, y que obró en consecuencia reconociendo sus méritos con la cátedra.

Más vale tarde que nunca, dirán algunos.

Pero habían transcurrido más de treinta años desde la creación de su “familiar academia” y faltaban sólo dos para su muerte de un ataque al corazón. Demasiado tarde. Sí, es cierto. Aun así, Laura, tuvo suerte.

La tuvo porque las normas de acceso para las mujeres, en el mundo científico boloñés de aquella época, eran mucho más permisivas que las de otras universidades italianas y las de otros países.

Así que, lo más probable es que, fuera de Bolonia, no hubiera conseguido ni la mitad de la mitad de su logro. Si acaso hubiera podido empezar en alguna de ellas.

No es gratuito que a la de Bolonia se la conozca como “Madre de la Universidad”.

Sin sombra de dudas, Laura María Caterina Bassi, fue una de las mujeres más ilustres del mundo científico italiano de la primera mitad del siglo XVIII.

Con su actividad científica y académica no sólo contribuyó al desarrollo cultural e intelectual de su época, sino que demostró, con su personal ejemplo, que la carrera científica y la circunstancia de ser mujer no son incompatibles.

Su tumba está en el corredor central del cementerio de Corpus Domini, en Bolonia, a escasos metros del monumento funerario del médico y físico italiano Luigi Galvani (1737-1798), su discípulo

En la actualidad una escuela secundaria y una calle de su ciudad natal Bolonia llevan su nombre. También un cráter del planeta Venus fue bautizado Bassi en su honor. Inmortalidad celeste.

Addenda
Tras lo dicho, llama la atención el escaso papel que esta mujer juega en la historia de la ciencia, a pesar de sus méritos.

Laura Bassi, una Hacedora de la Ciencia.



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