miércoles, 25 de septiembre de 2013

Alcohol y organismo (2)


(Continuación) Vamos que sea el doble de rápido eliminando alcohol, lo que le permitirá beber más y que se le note menos.

Una relación bioquímica que puede estar detrás del resultado de, algunas de esas desafortunadas apuestas de resistencia al alcohol que los hombres realizan.

Y en las que al final de la misma, uno aún se mantiene más o menos en pie mientras que al otro lo están atendiendo de un coma etílico. Ya saben a qué me refiero

La explicación pasa en este caso por las diferencias cuantitativas enzimáticas del hígado, de cada uno de los contendientes. Una cuestión de rapidez metabolizadora.

Sexos
Algunos datos permiten afirmar que las mujeres metabolizan hasta tres (3) veces menos el alcohol que los hombres. Es decir que, en igualdad de condiciones de ingesta, dan mayor tasa en el alcoholímetro ellas que ellos.

En principio son varias las explicaciones que podrían justificar esta diferencia. Les ofrezco hasta tres.

La primera es de “peso”, con perdón. Las mujeres suelen ser más pequeñas y tener menos masa corporal que los hombres; y ya hemos comentado que a menor masa, mayor tasa.

La segunda es de proporciones. El contenido de tejido graso de las mujeres suele ser algo mayor que el de los hombres y, por ende, su musculatura suele ser menor.

Lo que, como ya sabemos, también aumenta la cantidad de alcohol albergado en el tejido muscular.

Y la tercera es hepática. Por motivos puramente biológicos, la cantidad de enzimas desintoxicadoras de alcohol que alberga el hígado de la mujer, es mucho menor que la del hombre. Menos cantidad de enzimas, menor metabolización, mayor tasa alcoholimétrica.

En este apartado me gustaría hacer una breve matización.

Empleo el término sexo desde un punto de vista biológico, es decir, entendido como un proceso de combinación y mezcla de rasgos genéticos que, a menudo, conducen a la especialización de organismos en las variedades femenina y masculina.


Esas que, de forma simplificada, conocemos como sexos.

Edad
Resulta lógico que, dicho todo lo dicho sobre los factores anteriores, la edad sea uno más, con algo que decir en todo esto de la tasa alcohólica.

Desde el campo de la toxicología y la psiquiatría, la información disponible apunta a que el nivel óptimo para asimilar el alcohol se alcanza a partir de los veinte (20) años.

De modo que un joven de dieciséis (16) o menos, lo digiere peor que uno de veinticinco (25).


La razón biológica de esta diferencia de apreciación de efectos, la podemos encontrar en que tanto los tejidos nerviosos como los hepáticos aún no están desarrollados del todo. Y a menor desarrollo menor capacidad desintoxicadora.

Venenum
Desde los tiempos de Paracelso, galeno frustrado y alquimista del siglo XVI, estamos al tanto de algunas de las paradojas relacionadas con las ambiguas y contradictorias acepciones de la voz latina venenum.

A saber: desde droga abortiva o mágica, hasta remedio, pasando por veneno y tóxico.


Entendiendo por tóxico, a toda aquella sustancia capaz de producir algún efecto nocivo en un ser vivo, al alterar de forma accidental el equilibrio vital de un organismo. Y aceptando que no existe ninguna, ninguna, sustancia natural o artificial, que carezca de toxicidad. (Continuará)



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