lunes, 19 de agosto de 2013

¡No se puede engañar al alcoholímetro! (1)


Una realidad física que no parece que compartan los conductores bebidos que son parados por las autoridades de tráfico para realizar el control.

La prueba de lo que les digo es que cada vez son más frecuentes los casos en los que los conductores recurren a esta panoplia de mitos y creencias falsas, convencidos de que con ellas podrán burlar los resultados del control.

Un falso y temerario auto-convencimiento de impunidad, que les relaja a la hora de consumir alcohol. Ni temen a las infracciones de la ley, ni piensan, y esto es lo verdaderamente grave, en las fatales consecuencias que se pueden derivar.

Son muchos los riesgos que se corren y se hacen correr a otras personas, cuando se conduce bebido.

Datos oficiales hablan de un coste de cerca de nueve mil vidas anuales en la Unión Europea por accidentes de tráfico, mientras se conducía bajo los influjos del alcohol y otras drogas.

Una lacra viaria a exterminar.

Desmontando el mito
Se lo he dicho por pasiva en las entradas anteriores y ahora se lo diré por activa. Ante la pregunta, ¿Funcionan realmente estos trucos?, de manera taxativa la respuesta será siempre, un NO rotundo.

Ni uno solo, de la retahíla de mitos que conforman este imaginario colectivo truquero, cuando se le ha sometido a una investigación científica, ha demostrado que funcione. Ninguno ha conseguido que el conductor bebido dé negativo en el test.

Vaya por delante esta categórica afirmación, como primera medida que contribuya a desterrar, de una vez por todas, esa ya larga lista de falsas leyendas que les enumeraba en las entradas anteriores.

Y a las que un amable lector añade un par más, no menos estrafalarias. Una, ponerse hielo en la boca y, otra, hacer el pino.

Vivir para leer.

En general, desde el punto de vista de la ciencia, la razón de su no funcionamiento es más o menos el mismo para todas.

Y para su comprensión sólo debemos recordar los conocimientos mínimos que adquirimos en las clases de biología del instituto, relacionados con el proceso digestivo.

Lo que dice la “ciencia bachillera”
En realidad, lo que debemos tener presente para comprender la exacta y correcta relación que existe, entre la ingesta de bebidas alcohólicas, su metabolismo por parte del organismo y los resultados en las pruebas de alcoholemia, es relativamente breve y simple.

Al ser ingerido, el alcohol se absorbe en el estómago al comienzo del tubo digestivo, pasando de ahí a la sangre que lo distribuye por todo el cuerpo, por ejemplo, los pulmones donde, al ser volátil, se evapora por los alvéolos.

La pulmonar resulta ser, cuantitativamente, la vía prioritaria de eliminación, aunque también podemos expulsar el alcohol ingerido a través del sudor y la orina.

Se estima que estamos expulsando alcohol hasta veinticuatro horas (24 h) después de su ingesta. Algunos conocen este fenómeno como ‘resaca’.

Bueno, pues precisamente en esta eliminación alcohólica pulmonar está basado el funcionamiento físico-químico de los alcoholímetros. Que miden el alcohol presente en el aire espirado por los pulmones. No el que contiene el estómago, la saliva, la boca, etcétera.

Un detalle a tener en cuenta.

Desenmascarando mitos del alcoholímetro (Prontuario)
A modo de manual, y desde el punto de vista de la ciencia, daremos un repaso a ese ‘top’ del que les hablaba. Y como principio quieren las cosas empezaremos por el primero, por el más popular.

1. Chupar o masticar granos de café. Según los encuestados, es la treta más conocida y empleada. De hecho me dicen que hay bares en cuyas barras tienen platitos con granos de café, para que la clientela los pueda ingerir y así enmascarar el olor a alcohol y, supuestamente, disminuir la tasa de alcohol.

¿Qué les parece? Bueno pues aunque le resulte increíble es uno de esos remedios con cierta base científica.

Vivir para leer, también. (Continuará)

1 comentario :

Un lector dijo...

¿Que se dice espirado o expirado? creo que se ha equivocado empelando el primer término