domingo, 11 de agosto de 2013

Las 'Lágrimas de San Lorenzo' (y II)


Lorenzo diácono y la leyenda del martirio
Que se cumplió. Lorenzo fue quemado vivo en una hoguera, concretamente en una parrilla, muy cerca de una zona que en la ciudad de Roma era conocida como Campo de verano.

Un lugar parecido al que algo más de trece siglos después dio cabida, aunque eso sí ya convertida en plaza de nombre Campo de' Fiori, a la quema del religioso, filósofo y astrónomo italiano Giordano Bruno (1548-1600) éste por, según algunos, otros motivos y otra autoridad.

Científicos y religiosos unos. La propia Iglesia la otra.

Bruno fue quemado vivo el 17 de febrero de 1600. Una especie de escarmiento público que tuvo su peso, sobre el posterior comportamiento académico del gran Galileo Galilei unos años después. Como ven la historia de Giordano tiene su intrahistoria y exige su propio enrocado.

Por lo que volvamos a la de nuestro Lorenzo, que tuvo lugar el 10 de agosto del 258 y durante la quema parece ser que el buen hombre tuvo arrestos para decir: ‘Assum est, inqüit, versa et manduca’. Cuya literal traducción vendría a ser “Asado está, parece, da la vuelta y come”.

Una transcripción algo fuerte y antropofágico para mi gusto, por lo que les ofrezco también esta otra, menos literal y más aproximada, que viene a decir algo así como: “Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho”. En fin puestos a creer por qué no.

A propósito, abro paréntesis, no me gustaría dejar pasar la ocasión para hacer un guiño etimológico a la torrada frase lorenzana en latín. Si la relee la última palabra latina verá que es ‘manduca’.

De ella deriva el término castellano “manducar”, algo en desuso en estos tiempos, y que significa eso, lo que dice la traducción literal, comer, come o comida.

No ha pasado tanto tiempo desde que fuera frecuente oír en la jerga popular lo de: “Vamos a casa por manduca” o “Nos manducamos un corderito asado magnífico”. Cierro paréntesis, entre etimológico y gastronómico, y vuelvo con el hombre quemado.

Al que no es de extrañar que lo hicieran santo y su día lo celebremos mismamente en esa fecha, el 10 de agosto. San Lorenzo, uno de los mártires más tempranero de la historia de la Iglesia y uno de los santos más venerado por la Iglesia Católica Romana.

Por qué no, si el pobre murió quemado por dar las riquezas de la Iglesia a los necesitados.

A otros que yo me sé, y Dios tenga en su gloria, le han hecho santos con muchos menos sacrificios por su parte y méritos en su haber. O sea que bien está.

‘Las lágrimas de San Lorenzo’
Ésa es la expresión con la que es conocido un fenómeno atmosférico que se produce en nuestros cielos alrededor de esta fecha. Una lluvia de estrellas fugaces que en el Medioevo y durante el Renacimiento tuvo lugar, precisamente, durante la noche del día 10 de agosto.

De ahí que se asociaran con unas lágrimas que, supuestamente, habría vertido el ya santo Lorenzo al ser quemado en la parrillada. Una chamuscada, lacrimógena y astronómica metáfora, nada creíble pero bella y poética.

Pero es lo que tienen las leyendas, que pueden mezclar ciencia y arte y quedarse tan panchas. Una parte que es cierta con otra que es incierta. Algo que no debemos olvidar.

Porque la visión de esta lluvia de estrellas fugaces por parte del hombre, existe desde hace miles de años. La constancia documentada más antigua de ella la hallamos en los anales históricos chinos, que sitúan un momento álgido de su aparición en los cielos por fechas del año 36.

Es decir, casi dos mil años. O sea por los tiempos de Cristo, aproximadamente. Pero se trata, tan solo, de un registro aislado y singular de un fenómeno celeste.

De su carácter periódico no tuvimos constancia hasta 1835, cuando el astrónomo belga Adofo Quetelet aportó pruebas de la aparición cíclica de estas estrellas fugaces cada agosto, al parecer provenientes la gran mayoría de la constelación de Perseo.

De ahí que su nombre científico sea ‘Las Perseidas’ y su realidad física una lluvia de meteoros. Lo de las lágrimas de san Lorenzo es una leyenda, que queda bien y de la que no les voy a negar que el buen hombre llorara, pero de ahí a que…

No. Eso no. Pero, ojo, Las Perseidas existen. Esta noche puede verlas.


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