viernes, 7 de junio de 2013

Biruté Galdikas (I)


Descendiente de lituanos, estonios y griegos. Nacionalizada canadiense. Psicóloga y bióloga desde 1966. Casada en segundas nupcias con un dayak. Lleva más de media vida en Borneo. Ha sido calumniada e incluso secuestrada. Tiene pasaporte indonesio.

Y con mucho, mucho, respeto se refieren a ella como Lady Orangután.

Como ya saben, ella es Biruté Galdikas (1946). Quizás la máxima autoridad mundial en unos grandes y melancólicos simios rojos. Unos primos nuestros muy cercanos, los orangutanes.


Galdikas, a finales de los años sesenta del siglo pasado, fue captada por Louis Leakey (1903-1972) para que estudiara a estos simios en su hábitat natural, las selvas tropicales de Borneo.

Ella es el tercer fichaje Leakey, la “chica de los orangutanes”.

Allí los vio por primera vez en 1972, junto a su primer marido, fotógrafo de profesión. Desde entonces su vida ha estado dedicada a su estudio y protección. Mucho amor por ellos, los primates, y bastante más de paciencia con nosotros, los humanos.

Y como sempiterna espada de Damocles siempre encima de los animales, el peligro cierto de su extinción.

Autora de varios libros, todos ellos relacionados con sus estudios sobre los orangutanes, y doctorada en antropología en 1978, fundó la organización no gubernamental ‘Orangutan Foundation Internacional’ en 1986.

Desde entonces esta organización ha llevado a cabo proyectos de conservación, educación e investigación, entre los que se encuentra la creación de centros de atención a estos animales, como el ‘Orangutan Care Center and Quarantine’.

Nuestros primos
Debido a sus hábitos arbóreos y su vida semisolitaria, los orangutanes de Borneo son los primates más difíciles de estudiar en estado salvaje. Se diferencian de sus primos africanos no sólo por su pelo rojizo, sino también por su comportamiento.

Son los únicos que pasan la mayor parte del día en lo alto de los árboles de la espesa selva tropical. Junto con los gorilas, chimpancés y bonobos, forman el grupo de simios superiores.

Y los humanos formamos, también, parte de la misma familia que los grandes simios, la Hominidae. Esto es tan cierto como que el ADN de los chimpancés y los bonobos es, en un 98,4%, igual al de los humanos.

O que la diferencia de nuestro ADN, respecto al de los gorilas y los orangutanes, es sólo de un 2,3% y un 4%, respectivamente.

Que es lo mismo que decir que las diferencias físicas entre humanos y simios son casi inexistentes. No descendemos de los monos. Somos monos.

Y aunque se han hecho muchos experimentos para medir la inteligencia de estos primates, y comparar su similitud con la de los humanos, no se ha podido llegar a ninguna conclusión definitiva sobre su inteligencia y sus emociones. (Continuará)




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