jueves, 25 de abril de 2013

Día Internacional del libro o por qué Cervantes no murió un 23 de abril


Anteayer 23 de abril fue, como seguro sabe, el Día Internacional del Libro.

Una conmemoración que se celebra a nivel mundial y nace con un triple objetivo que no puede ser más encomiable y justo: fomentar la lectura, incentivar la industria editorial y proteger la propiedad intelectual por medio del derecho de autor.

Quién da más por un día.

Se trata de una magnífica iniciativa que, curiosamente, apenas cuenta con un par de décadas de existencia. En concreto dieciocho (18) años han pasado desde que fuera promulgado por la UNESCO en 1995.

Desde entonces son ya más de un centón de países en todo el mundo los que lo celebran.

Y entre ellos España, que jugó un papel importante en la designación del día, porque han de saber que no siempre se celebró el 23 de abril. Hubo otro día antes y, entre ellos, una terna de errores de datación obituaria.

Primero se celebró el 7 de octubre de 1926
Cuando el rey Alfonso XIII, y por Real Decreto del 6 de febrero de ese mismo año, creaba oficialmente la Fiesta del Libro Español, que se celebraría el citado día 7 de octubre. La razón de escoger tal fecha era literaria y razonable.

Sucede que es en ese día cuando, por los datos recabados, se pensaba que había muerto Miguel de Cervantes Saavedra, el 7 de octubre de 1616. Más no era así. Primer error.

Unos años después, ya en 1930, y tras nuevas revisiones y análisis bibliográficos, se instauraba de forma definitiva la fecha del 23 de abril como Día del Libro. Era la nueva datación aceptada del fallecimiento, de quien fue llamado ‘Príncipe de los Ingenios’, y lo cierto es que la celebración arraigó rápidamente en toda España.

Aunque lo hizo de forma desigual.

Mientras que en ciudades no universitarias, la fiesta librera se mantuvo con escasa importancia o incluso desapareció, en zonas con universidad, como por ejemplo Barcelona, no sólo arraigó sino que se propagó y extendió por toda Cataluña.

Además experimentó un cambio en su denominación oficial. Se fue diluyendo lo de “libro” y empezó a predominar el nombre del santo de ese día, “San Jorge”.

De modo que quedó como Día de San Jorge o Diada de Sant Jordi
Y con el tiempo fue naciendo, además, una bonita costumbre: la del intercambio y regalo de rosas y libros entre parejas y personas queridas en esa fecha. Entre ética y estética.

Una tradición que terminó convirtiendo ese día, en una de las jornadas populares más celebradas en Cataluña. Y uno de los argumentos utilizados por la UNESCO para declarar el 23 de abril, Día Internacional del Libro.

El mismo día que murió, además de Miguel de Cervantes, el también universal escritor inglés William Shakespeare, ambos en el Año del Señor de 1616. O eso es al menos lo que dice el saber popular, y los medios de comunicación dan por bueno ya que así continúan propalándolo.

Sin embargo, los hechos y las pruebas científicas demuestran otra cosa. Sorprendentemente, ninguno de los dos escritores falleció ese día.

Lo que lee. A pesar de que en España, es en esta fecha cuando tiene lugar la entrega anual de los Premios Cervantes, el mayor galardón otorgado a los autores hispanos, su titular no falleció en esa fecha. Es el segundo error de la terna que les hablaba más arriba.

Estas cosas, a veces, ocurren.

¿En qué fecha murió entonces Cervantes?
Todos los datos apuntan a que, a menos en principio, se trató de un error involuntario, sin intención. Sencillamente alguien tuvo una confusión en la lectura y toma de datos.

Porque la realidad es que, el soldado, novelista, poeta y dramaturgo español no falleció ese día 23 sino el anterior, el 22 de abril.

Siendo el 23 de abril cuando fue enterrado, y tomada por error como fecha de fallecimiento. Fecha que es la misma en la que, supuestamente, falleció también Shakespeare. Una llamativa coincidencia.

Aunque en honor a la verdad hay que decir que no fue el único literato conocido en hacerlo. También murió en ese día de 1616 el Inca Garcilaso de la Vega, el inglés William Wordsworth pero de 1850 y el catalán Josep Pla en 1981, entre otros.

Una coincidencia temporal, significativa y notable, que algunos pensaron no se debía dejar escapar. Resultaba demasiado golosa y atractiva como reclamo publicitario.

Total, que hicieron la vista gorda y no enmendaron este error. Aquí sí que hubo voluntariedad, la inacción tenía toda la intención.

Así fue como la Conferencia General de la Unesco aprobó en París el 15 de noviembre de 1995, dicha fecha del 23 de abril como el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor.

Estas cosas, a veces, ocurren también. (Continuará)


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