miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Qué hacer si vamos en un ascensor que se precipita hacia el suelo? (y 3)


(Continuación) Ya les dije que tenía buena pinta. Lo malo es que esta situación hay que analizarla desde otro punto de vista, además del mecánico. Hay que echarle más sentido común y verlo desde el punto de vista anatómico.

Dada la violencia del golpe, es fácil comprender que el alineamiento que tendría el cuerpo con la dirección de las líneas de fuerzas actuantes, casi paralelas, aumentarían de forma considerable, no sólo las probabilidades de fractura de los huesos en las piernas, sino las lesiones en columna y torso.

Sencillamente experimentarían una deformación contra el duro suelo que no podrían sobrellevar de forma elástica. Se trataría de una gran fuerza, la del impacto, ejercida sobre una pequeña superficie, la de los pies. Lo que implicaría que sufriríamos una enorme presión.

P = F / s 

Igual razonamiento podremos hacer si pensamos ponernos en cuclillas. Los músculos flexores actuarían como punto de apoyo para abrir la articulación. Un desastre. Mejor pasar página. Para evitar, en la medida de lo posible, el impacto de la caída

4. deberemos tumbarnos en el suelo 
Sí señor. Acostados en el suelo del ascensor sobre nuestra espalda y con cara y cabeza cubiertas por manos y brazos, para protegerlas de los escombros y del suelo. Es la nueva sugerencia.

Así tendremos los huesos más largos del cuerpo, incluida nuestra preciada columna vertebral, perpendiculares a la dirección de la fuerza actuante. Lo que desde el punto de vista mecánico es muy conveniente

Ahora, al golpear el ascensor contra el firme, la fuerza del impacto se repartiría a través de toda la superficie corporal en la que estamos apoyado, disminuyendo la presión que tendría que soportar. Recuerden la dependencia inversa que tiene la presión respecto a la superficie.

Por supuesto que, si bien algunos de los huesos más delgados como las costillas podrían resistir la presión, no debemos ignorar que nos tendríamos que despedir de algunas de ellas, al menos durante un tiempo.

Como inconveniente de esta solución está el detalle gravitatorio de encontrarnos en caída libre. O lo que es lo mismo en estado de ingravidez. Lo que dificultará, y no poco, el poder tumbarnos en el suelo de la cabina y mantenernos así, bien pegados a él, para no rebotar.

Y hasta aquí las soluciones que se me ocurren para la caída ascensora. Aunque intuyo que tras la lectura del artículo, si es que ha llegado hasta aquí querido lector, en el aire se ha quedado una pregunta: “¿Usted qué haría en ese caso?”.

5. Entonces, ¿qué hacemos?
Por si les interesa, les diré que ésta última opción de tumbarnos sobre la espalda (de cúbito supino) y protegernos la cabeza con manos y brazos, colocando si es posible debajo nuestra, objetos blandos como ropas para amortiguar lo más posible el impacto es, a mi corto entender, la mejor apuesta para sobrevivir a una caída de ascensor.

No sólo porque distribuimos la fuerza del impacto sobre una mayor superficie de nuestro cuerpo, disminuyendo la presión a la que lo sometemos. Sino porque se trata de una posición fácil de recordar en unos momentos, que la verdad sea dicha, estamos para pocas disquisiciones.

Ése es el titular de la noticia. Pero si lo que quieren saber es la verdad, les diré que las probabilidades de sobrevivir a tal evento son muy, muy, pocas. Así que no merece la pena pensar mucho en ello.

Es muy, muy, poco probable que un ascensor se desplome yendo usted en él. Pero si sucede, será tan rápido que no habrá tiempo para pensar en algo y menos para llevarlo a cabo. Carpe diem.


3 comentarios :

Anónimo dijo...

¿Podría hacer más breves las entradas? Me resulta pesadoleer tanto

Anónimo dijo...

un articulo genial!! me encantaron las explicaciones, sigue asi!

Carlos Roque Sánchez dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.