sábado, 3 de marzo de 2012

El beso en la fotografía

(Continuación) El siguiente derribo de barrera moral asociada al beso vino de la mano de la fotografía. De una fotografía muy conocida.

La que supuestamente recoge el espontáneo beso entre una enfermera vestida de blanco y un marino estadounidense en Times Square, celebrando el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

Una fotografía antológica, captada por el fotógrafo Alfred Eisenstaedt, que se convirtió en todo un icono de la celebración del fin de la guerra en todo el mundo.

Fue publicada nada menos que en la revista Life. Esta es la mentira de la verdad.

Sin embargo estudiado de cerca este asunto huele a chamusquina. Se trata de una falsa instantánea fotográfica y de un falso beso del sueño americano.

La célebre imagen es, en realidad, un montaje. Una farsa en personajes, fecha y praxis.

Para empezar los protagonistas no eran ni pareja. De hecho ni se conocían. Ambos pasaban por allí y el fotógrafo les invitó a posar. Es más, el beso le costó al marino un disgusto con su verdadera pareja.

Además la fotografía no se tomó el día de la rendición japonesa en 1945, sino varios meses antes.

Y el fotógrafo no fue fiel al principio de veracidad a través de un objetivo. Alfred Eisenstaedt, pionero del fotoperiodismo, dio un paso más en lo que, por desgracia, es una constante en la historia de la fotografía: la manipulación de la realidad mediante la instantánea trucada.

Esta es la verdad de la mentira.

Así que nada de instante mágico. Aunque sí, ya lo hemos comentado, de caída de barreras morales. Que ya saben ustedes no quedó ahí.

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