sábado, 28 de enero de 2012

Sí. Es cierto. Una cantante de ópera puede hacer estallar una copa al cantar

Y a lo largo de la historia de la música no faltan testimonios.

Por ejemplo la cantante de ópera australiana de comienzos del siglo XX, Nelly Melba (1861-1931), era conocida por ser capaz de realizarlo.

Claro que también tenía otros méritos, no precisamente cantores. Ya les contaré.

También se decía del tenor italiano Enrico Caruso (1873-1921), el más famoso del mundo en la historia de la ópera y, quizás, el mejor de todos.

Por cierto que Caruso fue uno de los pioneros de la música grabada. Un detalle que tendrá su importancia en esta historia.

Y lo mismo se afirmaba de la soprano estadounidense de origen griego María Callas (1923-1977), considerada la cantante de ópera más eminente del siglo XX.

De ella se cuenta que rompió una copa de cristal con su voz, estando su ex marido cerca y que éste se cortó el brazo al estallar la copa. Puede ser.

Tampoco es que importe mucho. La cuestión fundamenta es que no faltan evidencias de que es cierto.

Sin embargo convendría hacer alguna matización científica. Para que pueda ocurrir  este sorprendente suceso, se tienen que dar unas condiciones físicas adecuadas.

Condiciones físicas: Resonancia
Por supuesto que no solo el fenómeno es posible, sino que sucede más a menudo de lo que pensamos y se da no solo con copas. También ocurre con otras estructuras como, por ejemplo, los puentes.

En cualquiera de los casos, para todos ellos, la explicación se puede resumir en una sola palabra: resonancia.

Un fenómeno físico que tiene lugar cuando se ejerce una fuerza sobre un oscilador, con una frecuencia que coincide con la natural del propio sistema oscilante.

Un ejemplo muy sencillo, común y próximo lo tenemos en el parque. En concreto en el columpio y la forma en la que columpiamos a nuestros hijos, cuando éstos son pequeños.

Observe que se trata de un fenómeno que no se produce porque la fuerza aplicada sea muy grande, sino porque se aplica con la misma frecuencia que tiene el oscilador y, además, en el lugar adecuado.

De forma fácil se puede observar que, aunque es necesario suministrar energía para mantener en movimiento el columpio, esto no es suficiente. El aporte de energía no puede ser realizado de cualquier forma.

Si empujamos en un momento inadecuado puede resultar inoperante, contraproducente o, incluso, puede llegar a frenarlo.

Es preciso que se la proporcionemos en el momento oportuno (por ejemplo en el punto más alto) y que nos acoplemos a su ritmo oscilatorio.

De esta forma, sólo tendremos que empujarlo de vez en cuando para mantener su amplitud.

Sólo así conseguiremos que ésta no aumente de forma peligrosa o que termine parado.

Todos los fenómenos oscilatorios (que son muchísimos) son susceptibles de presentar resonancia: péndulos, cuando saltamos en una cama elástica, láseres, reactores nucleares, metrónomos, cuando hacemos vibrar un coche para moverlo hacia un lado, etcétera.

En todos ellos la fuerza que ejercemos no es muy grande, pero lo hacemos de forma resonante, por lo que el efecto es espectacular.

Como hacemos cuando columpiamos a nuestro hijo o, por supuesto, cuando hacen estallar una copa para beber con solo la voz. (Continuará)

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