lunes, 26 de diciembre de 2011

Navidad y Hollywood

Para los que ya peinan canas o, lo que es peor, apenas tenemos que peinar, la Navidad, quizás la fiesta más importante del año, ha cambiado y no poco.

Se trata de un fenómeno social, éste del cambio navideño, que sucede no sólo en España. No. Tiene lugar en casi cualquier rincón del mundo. Se ve que es una señal del progreso humano

Un signo de los tiempos evolutivos.


Pero el caso es que, es en muy poco lo que se parecen aquellas Navidades de nuestra infancia y adolescencia, con las que hoy se viven.

Un cambio en las formas que tiene un reconocido y reconocible responsable.

Y que no es otro que la omnipresente influencia cultural de los Estados Unidos en todo el mundo mundial. 


Una influencia que viene de la mano, fundamentalmente en este caso, del omnipotente poder de la
industria cinematográfica de Hollywood. Como lo oyen.

Cine y belenes
Ella es la que ha inundado las calles del mundo de Papás Noeles, de renos Rudolf y de nieve, natural o artificial. Ella es la que ha cambiado nuestros hábitos y costumbres, a través de sus películas navideñas.

Y lo ha hecho hasta en los detalles más insignificantes de nuestras propias y más arraigadas tradiciones. Por ponerles un ejemplo, y sin ir más lejos, de nuestros belenes.

¿Sabían ustedes que a lo largo de toda la historia de la humanidad, les estoy hablando de algunos millones de años, se pueden contar con los dedos de una mano, y sobran dedos, las ocasiones en las que tenemos constancia de que nevara en la ciudad de Belén?

Belén entendida como cuna espiritual y pesebre material, ya de la que va, del
Cristianismo. Entonces, ¿a razón de qué ponemos nieve en nuestros belenes?

Porque es incuestionable que no hay nacimiento montado, de algunos años para acá, que no tenga su ración de corcho blanco y de copos de nieve.

Bueno pues la razón ya se imagina que estoy a punto de decírsela. La explicación está en el cine. En efecto.

No hay película navideña estadounidense sin nieve, por la sencilla y razonable razón de que, por ejemplo, en diciembre en Nueva York, nieva hasta aburrir.

Y hace un frío que pela que, si te descuidas, te deja helado. Se ve que de aquellos hielos reales neoyorquinos nos vienen estas nieves beleneras ficticias. Un problema de ignorancia. (Continuará)


2 comentarios :

un seguidor dijo...

Veo que ha retomado el tema navideño que inició hace unos años. Está bien.
Felices fiestas

Anónimo dijo...

Hay las tradiciones.
Y por no hablar de la fiesta de halloween en España ¿A que se debe?
Si ya tenemos el carnaval.
Si todavía hubieramos aceptado la fiesta de muertos de Méjico.
Saludos y Felices fiestas