sábado, 9 de julio de 2011

De sucedido real a leyenda urbana

Lo normal es que esta historia no hubiera salido nunca del ámbito académico universitario, si no hubiera sido por un viaje en avión que realizó Dantzig. Y en el que coincidió con el reverendo Robert Schuller.
Se ve que durante vuelo le contó su historia y que a éste le encantó.
Tanto que le pidió permiso para emplearla en sus sermones.
Un factor decisivo éste, en toda esta historia ya que, en aquellos tiempos, los actos religiosos de Schuller eran retransmitidos a todo el país por medio de un canal televisivo.
Es decir, la mejor y mayor de las campañas publicitarias de aquellos tiempos.
Y es en manos del hombre de iglesia donde la historia cambia en algunos detalles.
El primero es que en ella, Dantzig, es un estudiante que está preparando el examen de graduado, cuando en realidad ya lo era.
Un estudiante que no tuvo muchos días para resolver tan difíciles problemas.

Algo que también es incierto, ya que tuvo todo el tiempo que necesitó. Es la segunda variante.
La tercera está relacionada con la alta dificultad de los problemas.

Cuál no sería ésta que, según la leyenda, el propio Albert Einstein los había abordado y dejado por imposibles. 
Un punto éste del que no se tiene la menor constancia documental.
Bueno, pues así fue como la historia entró, de la mano del reverendo Schuller, en la categoría de leyenda urbana.
Una proeza matemática conseguida por un estudiante, sin tiempo apenas para ello, alabada de forma entusiasta por un profesor y en la que el propio Einstein había fracasado.
La leyenda incluso aparece en el libro del prestigioso Jan Harold Brunvand “Curses! Broiled Again!”. Lo que no está nada mal.
¿Hay quien dé más? Pues aunque pueda parecer imposible lo hay.
El sucedido real no se  quedó en leyenda urbana.

Pasó a ser la trama argumental de una película, que probablemente usted habrá visto.


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