domingo, 26 de junio de 2011

Desmontando a Plutón

Esta historia tiene un aspecto curioso. Resultaba que la predicción teórica estaba equivocada.

Y tenían razón los que dudaron de la realidad en las perturbaciones de Neptuno.
¿Paradójico, no les parece?
Pero era así. Ellos estaban en lo cierto: la predicción era incorrecta. Y lo era por dos motivos.
Uno. Las perturbaciones de la órbita de Neptuno resultaron ser un error de observación. De modo que si ellas no existían, no había necesidad de pensar en la existencia de un noveno planeta.
Dos. En cualquier caso, Plutón, nunca hubiera podido causarlas. Para empezar porque su masa no es la de la Tierra, como creyeron sus descubridores, sino 200 veces menor.



Para que se haga una idea de su tamaño, ha de saber que el ancho de Plutón equivale, más o menos, a la mitad del de los Estados Unidos. De costa a costa.

O que su satélite Caronte tiene, aproximadamente, la mitad del tamaño de Plutón. En términos comparativos, ¡Caronte es la "luna" más grande del Sistema Solar!
Es decir que su atracción gravitatoria nunca sería suficiente para explicar las discrepancias observadas en los movimientos orbitales de Neptuno. Estas cosas pasan.
Lo que deja una intrigante pregunta en el espacio. 


Si no es Plutón quien afecta a los otros planetas exteriores, ¿qué es, entonces? ¿Había otro planeta en nuestro sistema solar, que aún no hemos descubierto?
Como ven, esto de la ciencia no tiene remedio. Cada respuesta encontrada plantea una nueva pregunta por contestar. Es lo que tiene la manía ésta de pensar. Que con ella nunca se acaba de hacerlo.
Pero volviendo a lo nuestro, al final va a resultar que la serendipia sí tuvo que ver con el descubrimiento de Plutón. Estas cosas pasan también.
Y no es ésta la única curiosidad que rodea al tema que nos trae hoy.

Si quieren les hablo de un par de ellas o tres.


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