miércoles, 30 de diciembre de 2009

Bola de plasma (y II)

Cómo funciona


(Continuación) La descarga eléctrica del electrodo se produce en todas las direcciones, describiendo unas trazas brillantes hasta que impactan en la superficie del cristal.

A su paso provocan la conversión del gas en plasma y un aumento de su grado de excitación que le hace emitir una tenue luz.

Se piensa que estas trayectorias se producen al azar y se originan cuando las motas de polvo caen sobre la superficie de la esfera.

Esos mínimos contactos, dado el alto potencial del electrodo, son suficientes para que se produzcan las descargas. Por eso los relámpagos son múltiples, continuos e intermitentes. Un efecto muy parecido al que se produce cuando acercamos cualquier objeto o la mano. Pruébelo.

Jugando (experimentando) con la bola
[1] Distinto es si tocamos con un dedo. Entonces alteramos el campo eléctrico y se forma preferentemente un rayo en dirección al mismo.

Hemos creado un gradiente de potencial, dado que el cristal no llega a impedir (aislante) el paso de la corriente cuando éstas son de alta frecuencia.

Actúa más bien como un dieléctrico y como la piel humana es conductora, por nosotros se descarga el electrodo hasta tierra.

Lo que puede producir distintos efectos, según las personas. Las hay personas que sufren pequeñas descargas eléctricas, semejantes a las que se producen cuando tocamos un coche que ha estado circulando. A otras hasta se les llega a erizar el vello de los brazos.

Incluso si ahora otra persona se acerca y suavemente roza la parte de arriba de la mano de la primera persona, es posible que ambas sientan un pequeño picor. Es cuestión de piel.

[2] Por lo general si se mantiene el dedo un poco de tiempo, se nota un aumento de temperatura, Δtª, en la yema, pudiendo llegar a quemar.

Y es que, aunque somos conductores de la electricidad, lo cierto es que no somos de los mejores.

La retenemos y eso produce un calentamiento de la zona, es el conocido efecto Joule.

Pruébelo no hay peligro alguno. Ni por la descarga ni por el calor. Han de saber que la intensidad de corriente, I, es muy pequeña.

Experimentando (jugando con la bola)
[3] Algunas bolas traen un dispositivo que permite reducir la tensión que genera el transformador. De esta forma las motas de polvo no logran provocar las descargas, por lo que parece que la bola no funciona. Pero si habla en su proximidad la cosa cambia.

Las ondas de presión que se forman en el aire, debido al sonido emitido por usted, hacen aumentar la densidad en los puntos de la superficie a los que llegue. Actúan entonces como las motas de polvo, sólo que ahora no son al azar.

[4] Las descargas se producen al ritmo que habla usted. Impresionante. Si en vez de hablar coloca cerca un altavoz, por el que se oiga música con marcha, el efecto es totalmente discotequero. No deje de probarlo.




[5] También podemos crear pequeñas chispas. Para ello desconecte la bola y coloque en su parte superior un pequeño trozo de hoja de aluminio (4 cm x 4 cm).

Vuelva a conectarla y acerque lentamente un clip hacia una de las esquinas de la hoja. Es probable que salte una chispa entre ambos que puede alcanzar varios milímetros.

[6] Por último, son también interesantes las experiencias con tubos fluorescentes. En las proximidades de la bola se iluminan solos.

Si lo acercamos agarrándolo por uno de sus extremos, el tubo se encenderá. Si lo sujetamos por un punto intermedio, entonces solamente la sección entre la mano de la persona y la esfera se iluminará. Curioso.

[7] Hay otro efecto que no se debe perder. El de quemar una tarjeta de visita. Véalo. Pero hay más.