lunes, 17 de agosto de 2009

Little Boy (El Flaco...)

Me parece más adecuada esta traducción -que la literal de “pequeño muchacho”- para el sobrenombre que se dio a la bomba arrojada sobre Hiroshima, Little Boy.

Esa bomba de fisión nuclear de U-235 que no se probó en Los Álamos, por la seguridad que se tenía de su funcionamiento.

Externamente el Flaco era un artefacto de trescientos cinco centímetros (305 cm) de altura y setenta y un centímetro (71 cm) de diámetro, con una masa aproximada de cuatro toneladas (4 t), si bien el explosivo nuclear ocupaba tan sólo una pequeñísima parte.

La bomba en sí era como un pequeño cañón de noventa centímetros (90 cm) de largo y un taladro de unos siete centímetros y medio (7,5 cm).

Lanzaba un proyectil de U-235 subcrítico hacia un blanco, también subcrítico, del mismo material atornillado en el extremo del morro.

Así se unirían ambos trozos, demasiados pequeños para reaccionar por sí solos, pero que juntos daban lugar una masa supercrítica no más grande que una pelota de béisbol, pero suficiente para producir la destructora fisión nuclear.

El 24 de julio de 1945 el presidente H. S. Truman ordenó su lanzamiento sobre Japón en cuanto el tiempo lo permitiera, aunque no antes del 3 de agosto. Dos días después, el 26, conminaba a Japón para que se rindiera, bajo la amenaza de una destrucción total e inmediata, aunque sin mencionar las bombas nucleares.

El 28 de agosto, dos días después del ultimátum, el primer ministro japonés asesorado por un equipo de científicos, lo rechazaba por considerarlo un farol. Hay veces que nos equivocamos juzgando intenciones.

Little Boy sobre Hirosima
Little Boy fue lanzada el 6 de agosto sobre Hiroshima desde un bombardero B-29, a las 8,14 (hora local) en el mismo momento en el que el piloto, aprovechando el empuje hacia arriba que el avión experimentó al soltarla, realizaba un cerrado giro para alejarse del punto de lanzamiento.

Explotó un minuto después a medio kilómetro de altura, encima de un edificio que hoy se conoce como el “Domo de la bomba atómica”, liberando una energía equivalente a quince mil toneladas (15 000 t) de TNT.

La mitad de esta energía generó una onda de presión en el aire tan extremadamente alta (35 N/cm2), que causó ráfagas de viento de más de 1500 km/h (cinco veces más intensa que el huracán más fuerte).

Un tercio de la misma produjo una onda de calor que sobre la tierra, en la vertical de la explosión, hizo que la temperatura se elevara más de un millón de grados Celsius (1 000 000 ºC) y a trescientos metros (300 m) pudo alcanzar los 3000 ºC (el hierro funde a 1536 ºC).

El resto de la energía se propagó en forma de radiaciones alfa, beta, gamma y neutrones. Las alfa y beta fueron absorbidas por el aire, pero las gamma y los neutrones alcanzaron la tierra y fueron las que afectaron, de forma devastadora, a los seres vivos a kilómetros de distancia.

Desde el B-29 pudieron ver la bola de fuego de 400 m de diámetro que dio lugar a una nube en forma de hongo. Una nube que se alzó más de 10 km, ocultando por completo la ciudad.

Instantes después el avión experimentó dos sacudidas, fruto de dos ondas de choque procedentes de la explosión, una la directa y la otra, la reflejada en el suelo.

El comandante Paul Tibbets, piloto del avión, anotó en su diario que en esos momentos nadie era capaz de articular palabra. Sólo después de unos aterradores segundos, su copiloto empezó a gritar: “¡Mire eso! ¡Mire eso! ¿Dios mío, qué hemos hecho?”.

Aunque la tripulación pudo seguir viendo la nube nuclear desde 650 km de distancia, nunca se pudieron imaginar los efectos que habían causado.

Se estima que se destruyeron más de 6000 edificios, un 60% de la ciudad, y que pudieron morir alrededor de 150 000 personas. (Si el brillo de cien soles irrumpiera en los cielos, sería como el esplendor del Todopoderoso. Bhagavad-Gita).

Unos testigos directos afirmaron que era como si hubieran visto otro Sol, aunque después todo se oscureció.




Para ellos era el fin del mundo. También lo fue para todo el pueblo japonés. (Continuará)

2 comentarios :

La Ciencia Amena de Arístides Bastidas dijo...

Cuanto sería la tristeza de Einsten al recibir esta noticia. Y pensar que el genio Da Vinci se prestó para estas macrabras ideas. Felix González. Caracas, Venezuela.

Anónimo dijo...

¿Pobre? ¡EINSTEIN ES UN GENOCIDA H D P !!! EL LE ENVIO ESA CARTA AL PRESIDENTE DE USA Y POR ESO SERÁ LA GUERRA ATÓMICA, Y FUERON ESAS DETONACIONES ESPELUZNANTES, EINSTEIN ES UNA MUGRE!!!