lunes, 27 de julio de 2009

El hombre más solitario que ha existido nunca

(Continuación) Durante cerca de 22 horas, las que transcurrieron entre el domingo 20 y el lunes 21 de julio de 1969, el astronauta Michael Collins permaneció solo en el módulo de mando de la nave Columbia, girando en órbita circunferencial a 100 km de altura sobre la superficie lunar.


Fue el único astronauta de esa misión que no pisó la Luna. Mientras sus compañeros Amstrong y Aldrin iban y venían sobre ella, cumpliendo con su papel en la misión espacial, el de Collins era supervisarlo todo y esperar para llevarlos de vuelta.

Ningún otro ser humano ha estado tan solo en toda la historia de la especie. Y no es una exageración. No ya por la distancia física, 100 km a la Luna y 384 400 km a la Tierra, sino también por la psicológica.

Cuando el pequeño módulo espacial pasaba por la cara oculta de la Luna entonces, además, perdía la comunicación por radio con la Tierra, ya que la masa de nuestro satélite impedía las transmisiones de radio.

Eran cuarenta y ocho minutos cada hora y media hora, en los que el silencio y la oscuridad exterior lo inundaban todo. Hay que tener un temple especial para haber sido ese hombre.

El propio Collins relató todas sus experiencias, sensaciones y sentimientos, cinco años después, en un libro titulado Carrying the Fire. Al decir de algunos, probablemente, se trata del mejor libro de memorias sobre aquel proyecto Apolo. Y no es poca la literatura que se ha escrito acerca del mismo.


Bella y frágil
En especial, Collins, resalta las sensaciones de belleza y fragilidad que le produjeron la visión de nuestro planeta desde su módulo. La de belleza porque en medio de la oscuridad le parecía sólo una esfera reluciente del tamaño de una pelota. Un lugar aislado de todo por un espacio casi infinito. Un lugar pequeño e íntimo.

Pero también le pareció frágil. Allí, sola en medio de la nada, más bien parecía una pompa de jabón. Una esférica gota de agua trémula y brillante. Y tan vulnerable como ella.

A diferencia de Aldrin, Collins al finalizar su etapa como astronauta siguió vinculado a organismos e instituciones públicas dedicadas a cuestiones espaciales. Un hombre leal y subordinado a una causa.

Un aspecto de su personalidad que no pasó desapercibido. En 1970, el grupo de música pos Jethro Tull le dedicaba una canción de su disco Benefit. Se titulaba ‘For Michael Collins, Jeffrey and me¡ y en su letra resaltaba la personalidad secundaria de este astronauta. No está mal. Les invito a que la escuchen.


Por cierto, ¿pudieron ver los astronautas la Gran Muralla China desde la Luna?

1 comentario :

Anónimo dijo...

¿pero estuvo el hombre e verdad en la Luna? Un escéptico